En la actualidad, un grupo de inversionistas pueden sentirse frenéticos en relación a sobre cómo gestionar sus portafolios tras la caída generalizada que atravesó el mercado a inicios de la pandemia y su posterior repunte durante 2020, el cual, además, se ha prolongado en 2021. Indudablemente, en este momento, un gran grupo de acciones tienen valoraciones altas y el apetito por el riesgo está en su apogeo, pero el futuro podría estar lleno de incertidumbre debido a los importantes riesgos estructurales que están empezando a derivarse a raíz de la pandemia.
Es por eso, que, en este momento, podría ser una buena idea poner en práctica una estrategia basada en los principios de la inversión en valor. Su enfoque en los fundamentos de los negocios y su insistencia en la obtención de un margen de seguridad podrían ayudar a los inversionistas a navegar por las inseguras perspectivas del mercado. Asimismo, entender que no conocemos el futuro como fundamento de la filosofía es una afirmación simple, pero poderosa. A los inversores nos va mejor cuando la gestión del riesgo es una parte consciente de nuestro proceso.
Al final, maximizar el rendimiento es una estrategia que sólo tiene sentido en circunstancias muy específicas. Debes tratar de maximizar el retorno sólo si las pérdidas no amenazan de manera muy onerosa tu capital.
El Value Investing ha perdido mucha popularidad en la última década
Un gran grupo de inversionistas ha atacado a la inversión en valor en los últimos años afirmando que esta filosofía está «en decadencia«. Y este pensamiento se ha hecho muy popular en la última década. Las voces de los críticos se hicieron aún más fuertes en 2020, cuando las conocidas “acciones de crecimiento” tuvieron un comportamiento espectacular en medio del desenvolvimiento de la pandemia del Coronavirus. En mi opinión, este tipo de argumento es improductivo. La inversión en valor no ha muerto, y la inversión en crecimiento no es una estrategia propiamente más exitosa de invertir.
Pero, es un malentendido común e incluso entendible. Es por eso que es importante aclarar que los inversores en valor no buscan acciones que parezcan baratas desde el punto de vista contable, sino que intentan encontrar acciones verdaderamente infravaloradas. Es decir, que cotizan con una rebaja significativa frente a su valor intrínseco. Innegablemente, ha habido cambios en la industria en los últimos años y los inversores en valor se han ido adecuando a ese cambio. Mientras que el Warren Buffett joven estaba más alineado con la filosofía de inversión desarrollada por Benjamin Graham, el Buffett reciente está comprando empresas que encajarían más en la categoría de la inversión en valor de alta calidad. Como el propio Buffett ha reconocido en varias ocasiones: los consejos de Charlie Munger y las ideas de Philip Fisher le ayudaron a dar ese giro.
Y es que como suele decir Charlie Munger: toda inversión inteligente es inversión en valor. Los inversores inteligentes no separan entre inversión en valor e inversión en crecimiento, aunque pueden separar entre empresas de valor y empresas de crecimiento de acuerdo a medidas contables. Pero, por definición, el incremento de los beneficios de una empresa es algo que debe tenerse en cuenta cuando se trata de estimar su valor intrínseco. En mi opinión, esto refuerza la idea de que la inversión en valor puede adoptar diferentes formas, pero siempre se basa en una serie de principios fundamentales que nunca morirán.
El término clave aquí es acciones infravaloradas. Benjamin Graham describió una vez la inversión como una «operación que, tras un análisis exhaustivo, promete la seguridad del principal y un rendimiento adecuado. Las operaciones que no cumplen estos requisitos son especulativas«.
Todo inversor quiere ganar dinero. La única manera de hacerlo es comprar un activo que vaya a aumentar su valor. Y la única manera de comprar un activo que va a aumentar de valor es comprar algo que va a valer más en el futuro. Esta es la esencia de la inversión. Todos inversores buscan acciones que puedan valer más en el futuro. Tratan de deducir la velocidad a la que podrían crecer los beneficios de una empresa, respaldan estas cifras en una valoración y luego compran con un descuento respecto a esta valoración. En general, todos los inversores deberían tratar de comprar acciones con un descuento respecto a su valor intrínseco. Comprar inversiones sin entender cómo funciona la valoración no es invertir. Es especular.
El Value Investing en la actualidad
La inversión en valor hoy en día requiere encontrar información que un evaluador cuantitativo no podría encontrar. Significa profundizar en los estados financieros y requiere más atención a los factores cualitativos. También se podría plantear que, en el mundo actual, más valores corporativos son intangibles y residen en algunos casos fuera de los balances.
En pocas palabras, la inversión en valor se refiere a una filosofía que impulsa la forma en que un inversor se enfoca en la selección de acciones. No se trata de comprar la papelera de gangas o modelos descontinuados, o de comprar acciones que simplemente están baratas; se trata de encontrar acciones que el mercado no ha valorado correctamente. El objetivo es encontrar una acción que valga más de lo que se refleja en el precio actual.
Los inversionistas, además, también deben mantener una empresa con una visión a largo plazo. Si los fundamentos son sólidos, pero el precio de la acción está por debajo de su valor aparente, el inversor en valor sabe que es un candidato probable para incorporarlo a su cartera porque el mercado ha valorado incorrectamente la acción. Cuando el mercado corrija ese error, el precio de la acción debería experimentar una subida.
Por último, esta filosofía tiene muchas corrientes y muchas maneras de verla, por lo que se necesita un análisis más detallado para poder armarse una base propia que tenga como subyacente todas las enseñanzas de Graham y Dodd. Y sobre estas, lo importante es desarrollar una idea de lo que es pensar como un verdadero inversor, que no es más que ver a las acciones no como trozos de papel, sino como partes inherentes de un negocio.