Benjamin Graham solía decir que los inversionistas no deben ver los movimientos del mercado como una guía exacta de lo que hay que hacer, sino que, por el contrario, tales movimientos deben ser aprovechados –en la mayoría de los casos a contracorriente- por el inversor inteligente. Para el inversor que se basa en la filosofía del valor, los movimientos del mercado son los movimientos colectivos de las acciones individuales, en el que muchos inversionistas se guían por lo que otros hacen en el mercado y sus movimientos forman una marea que los arrastra a todos por igual.
Y como ha sido reiterativo en mis notas pasadas, siempre hay que recordar que nadie sabe a dónde irá el mercado a corto plazo. Por el contrario, lo que si he aprendido sobre el mercado de valores y que considero importante tener siempre en consideración es lo siguiente: 1) a largo plazo, el mercado de valores siempre sube; 2) el mercado de valores tiene ciclos; y 3) una mayor valoración actual del mercado da lugar a menores rendimientos en el futuro y viceversa. Tener una buena comprensión de estos principios puede ser útil en momentos extremos.
A largo plazo, el mercado siempre subirá
A largo plazo, el mercado de valores en su conjunto siempre sube. Esto parece obvio y lo podemos encontrar en todos los libros de texto que se han escrito sobre los mercados financieros. Pero los inversionistas tienden a olvidarlo cuando las proyecciones son negativas, siendo precisamente durante estos tiempos difíciles, cuando más necesitan convicción y optimismo. Los movimientos del mercado no es más que los altibajos del valor total de las empresas que nos suministran lo que necesitamos en la vida, directa o indirectamente. Con el tiempo, estas empresas producirán más productos y prestarán más servicios debido al crecimiento de la población y la mejora del nivel de vida y, por ende, los ingresos y beneficios globales aumentarán, y valdrán más con el tiempo.
En ciertas ocasiones, el valor de mercado ha bajado o ha rondado alrededor de ciertos niveles durante mucho tiempo. Las caídas del mercado pueden ser dolorosas y los medios de comunicación hacen que parezca que el mundo se va a acabar. Pero si miramos hacia atrás, cada una de estas caídas planteó oportunidades de poner dinero en acciones para obtener grandes retornos. Sin duda, el mercado se derrumbará de nuevo, pero a largo plazo, los seres humanos consumirán más productos y servicios de los que consumen hoy en día. La economía terminantemente generará más beneficios y se volverá más valiosa.
Asimismo, el retorno de la inversión es inversamente proporcional al precio que se paga. Cuanto más bajo sea el precio que pagas, más alto es el retorno que obtienes. Una caída del mercado de valores no es más que un momento en el que otros están dispuestos a vender sus acciones presentándole oportunidades de grandes retornos al inversor metódico. Comprar cuando la masa está vendiendo hace una diferencia significativa en los retornos de la inversión.
Así fue como el Barón Nathan Rothschild hizo su fortuna en el siglo XVIII, acuñando su famosa frase: «Compra cuando haya sangre en las calles, incluso si la sangre es tuya«. Por su parte, el famoso inversor John Templeton hizo una fortuna comprando 100 acciones de cada empresa que cotizaba en la Bolsa de Nueva York y que se vendía por menos de un dólar durante la Gran Depresión.
Tanto Templeton como el mismo Warren Buffett predijeron que para finales de siglo, el Dow Jones estará por encima de 1.000.000. Actualmente, el índice está alrededor de 25.000; 1.000.000 parece un número astronómico, pero se necesita una ganancia promedio de sólo 5 por ciento por año para que el Dow alcance ese nivel para el año 2100, lo que está por debajo de la ganancia promedio del Índice durante el siglo pasado. Por supuesto, la mayoría de las personas que leen este artículo no estarán para el año 2100. Como dijo Keynes, «A largo plazo todos estaremos muertos«. Pero sin duda, seremos capaces de aprovechar parte de la tendencia. A largo plazo, el mercado siempre sube. Aunque tal vez sea simple y obvio, es muy importante recordarlo cuando se siente la necesidad de actuar por miedo.
La importancia de entender los movimientos del ciclo
Como mencionaba en el bloque anterior, seguramente el mercado tocará nuevos máximos en el futuro, pero el recorrido no será suave. Siempre pasará por ciclos de subidas y bajadas extremas. Como bien escribió Charlie Tian en su libro “Invest like a Guru”:
“El inversor tiende a olvidar que el sol volverá a salir durante los momentos que parecen interminablemente oscuros; como también olvidan que la luz del día no dura para siempre durante los buenos momentos. Así es el mercado, cíclico”.
Asimismo, como mencione en mi nota sobre “El Péndulo de los Mercados Financieros” de hace algunas semanas, el mercado de valores se puede comparar como un péndulo que oscila entre los extremos de la euforia y la depresión, o sobrevalorado e infravalorado. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial y sin considerar el escenario actual, ha habido diez mercados bajistas, definidos como descensos del 20 por ciento o más en el mercado. Además, se han atravesado 24 correcciones, definidas como descensos del 10 por ciento o más. Asimismo, los mercados han pasado por igual cantidad de mercados alcistas, con períodos en los que el mercado se duplicó sin corrección.
La principal razón por la que el mercado de valores es cíclico, es que la economía subyacente es también cíclica, impulsada por el comportamiento humano. Claramente, los márgenes de beneficios de las corporaciones son también cíclicos, con expansión y compresión de sus márgenes. En general, los períodos de compresión de los márgenes suelen estar asociados a recesiones económicas, que típicamente conducen a descensos del mercado. Desde la Segunda Guerra Mundial, la economía de Estados Unidos ha pasado por 11 recesiones, y casi todas ellas provocaron un mercado bajista. Durante las recesiones, el margen de beneficios se reduce, las ganancias son pobres, las empresas débiles quiebran, e incluso muchas de las más fuertes deben reducir el número de empleados para justificar la caída de las ventas y los beneficios.
Pero entonces, el mercado siempre se recupera. Durante las recesiones y los mercados bajistas, las valoraciones son bajas, hay menos capital para competir por las amplias oportunidades de inversión disponibles y los beneficios potenciales de estas inversiones se vuelven más altos. Los inversores que se centran en el valor reconocerán las oportunidades y empezarán a invertir. Les siguen otros pocos valientes, luego las grandes multitudes que observaron el éxito de los primeros inversores y ahora consideran que es seguro invertir. El precio sigue subiendo y más capital entra en tropel para buscar rendimientos. A medida que el precio sube, los rendimientos potenciales disminuyen y el riesgo se subestima. Pero el impulso continuará hasta que las multitudes descubran que sus inversiones sufren pérdidas inesperadas. Entonces comienza el ciclo descendente. Este ciclo se repite una y otra vez.
Como inversionistas, debemos recordar la inevitabilidad de la ciclicidad y estar al tanto de dónde estamos en el ciclo. La sobrevaloración en el mercado de valores suele venir acompañada de un exceso de inversión de capital y una sobrecapacidad en las empresas. Con esto, los precios de las acciones son sensibles a las malas noticias cuando la valoración es alta, por lo que solo basta un flujo de las mismas para que se desencadene la caída del mercado. La valoración volverá a la media, y el péndulo oscilará en la otra dirección.
Valoraciones del mercado
Otro parámetro importante que hay que observar es la valoración global del mercado. Al igual que en el caso de las acciones individuales, el mercado general puede medirse con la relación P/E (Precio-Beneficios). Pero al igual que con las empresas cíclicas, toda la economía es cíclica. Durante las recesiones, los márgenes de beneficio son bajos y las ganancias se deprimen y la relación P/E puede dar una falsa indicación de su valoración. En cambio, la relación P/E ajustada cíclicamente del profesor de Yale y Premio Nobel de Economía, Robert Shiller, es un mejor indicador de la valoración del mercado.
La media histórica de la relación Precio-Peneficios de Shiller es de 17. Al cierre de mayo, la proporción es de 28,3, que es alrededor de 68,9 por ciento más alto que la media histórica. La situación actual es más o menos la misma que la del otoño de 2007, justo antes del desarrollo de la crisis financiera. A lo largo de la historia, la relación P/E de Shiller fue más alta de lo que es ahora en muy pocas ocasiones, en las que se incluyen el pico anterior a la Gran Depresión y durante la burbuja de las “punto com”. En los últimos años, la relación P/E de Shiller nunca fue inferior a la media histórica, excepto en el momento de la caída del mercado de 2009.
La ratio de Shiller sugieren que el mercado está significativamente sobrevalorado. Pero la parte difícil a considerar en este momento es la tasa de interés. La tasa de interés nunca ha sido tan baja; si continúa siendo tan baja, el mercado puede no estar tan sobrevalorado como parece. Tanto la tendencia de los márgenes de beneficio como las valoraciones del mercado sugieren que posiblemente estemos en la última etapa de este ciclo, aunque esto no nos dice cuándo se avecina el descenso. Lo que sí, es que, en esta etapa del ciclo e independientemente de las consecuencias que ha traído el Coronavirus, los inversores deben actuar con mucha cautela y estar preparados financiera y psicológicamente para un posible descenso después que se calme la marea. Y aunque la valoración del mercado no nos dice cuándo se avecina el descenso o adónde irá el mercado de valores a corto plazo, sí nos dice mucho sobre los futuros rendimientos del mercado que podemos esperar.
Cierto es, que el valor de un negocio no cambia de la noche a la mañana como si lo hace el precio de sus acciones. A largo plazo, la valoración del mercado de valores vuelve a su media, independientemente de si se mide por P/E, P/S, P/B, etc. Una valoración actual más alta ciertamente se correlaciona con menores rendimientos futuros a largo plazo, pero esto no significa que no haya oportunidades actualmente. Tanto la economía como las bolsas seguirán moviéndose cíclicamente, como siempre lo han hecho. Mientras tanto, estos movimientos crearán oportunidades para aquellos que entienden los ciclos y están bien preparados.
Pensamientos finales:
Entender los ciclos económicos y la valoración del mercado no ayudará a nadie a predecir la dirección del mercado a corto plazo o incluso a medio plazo como un año o dos. Pero evita que los inversores se miren en el espejo retrovisor. Tendrán una visión más clara del futuro y podrán permanecer racionales cuando el mercado se ponga eufórico o se hunda en el miedo de nuevo.
Warren Buffett, a quien menciono prácticamente en todas mis notas, puede servirnos como modelo a seguir. Buffett suele llamarse a sí mismo un inversor de valor ascendente y rara vez habla del mercado general. Pero tiene una enorme comprensión de los ciclos comerciales, el papel de los tipos de interés, las valoraciones del mercado y los probables beneficios y riesgos futuros. Un buen libro para leer sobre este tema es «The Most Important Thing” de Howard Marks, que se los recomiendo encarecidamente.
Para concluir, creo que, a largo plazo, siempre debemos ser optimistas. Eso debe ser una característica innata de todos los seres humanos. Pero una recomendación importante en la actual etapa tardía del ciclo, sería que los inversores deben mantenerse a la defensiva y estar preparados para el próximo ciclo descendente. De igual forma, deberían centrar sus inversiones en empresas de calidad que no sólo pueden pasar la prueba de los malos tiempos, sino que también pueden salir fortalecidas. Y esto resulta imperativo. Hoy más que en cualquier otro momento de la última década, es vital invertir sólo en buenas compañías que cuenten con una ventaja competitiva sostenible en el largo plazo y barreras de entradas duraderas que les permitan sortear los vaivenes del ciclo.