En la actualidad, un grupo de inversores pueden sentirse inseguros sobre cómo gestionar sus carteras tras la caída del mercado y su posterior repunte en la primera mitad de 2020. En este momento, muchas acciones tienen valoraciones considerablemente altas y el apetito por el riesgo está en su apogeo, pero el futuro podría estar lleno de incertidumbre debido a los importantes riesgos económicos que pueden derivarse a raíz de la pandemia.
Como he escrito recientemente, lo vivido en 2020 sugiere que siempre se debe estar preparado para lo inesperado. Esta es una idea que no debería dominar nuestro pensamiento, pero debería estar siempre presente. Por ejemplo, el S&P 500 cayó aproximadamente 35% entre febrero y marzo, siendo el descenso más rápido que se haya registrado. Y aunque este tipo de declive ha sido ciertamente raro históricamente, creo que es importante que aprendamos una buena lección: es mejor posicionarse de tal manera que se pueda soportar la tormenta de los cien años, porque eventualmente, puede que suceda.
Hoy por hoy, nos encontramos en un entorno en el que cualquier empresa que tenga perspectivas de futuro cuestionables (incluso por sólo un trimestre o dos) y un balance general débil, puede vérselas difícil cuando el futuro revele las distorsiones económicas que están inherentemente presentes. El problema de esto recae, en el hecho en que es fácil olvidarse de estas distorsiones en la cima, cuando la euforia está a la orden del día y los estándares de préstamo son laxos.
Indudablemente, un entorno como el actual es un buen recordatorio de que cualquier empresa que depende de “la amabilidad de los extraños” puede encontrarse rápidamente en una posición precaria cuando la marea baje. Por esa razón, las empresas en las que se invierten deben estar siempre en una posición que les permita soportar cualquier tipo de agitación sin que la ayuda tanto del Gobierno como de la Reserva Federal sea el único factor que las mantenga de pie. Una vez más, creo que Warren Buffett lo expresó mejor, esta vez en su Carta de Accionistas de 2008:
«Me he comprometido a ustedes, a las agencias de calificación y a mí mismo, a dirigir siempre Berkshire con más que suficiente dinero. Nunca queremos contar con la amabilidad de extraños para cumplir con las obligaciones del mañana. Cuando me obliguen a elegir, no cambiaré ni una noche de sueño tranquila por la sola posibilidad de obtener beneficios extras»
Buffett siempre ha destacado que no está dispuesto a perseguir unos puntos extra de retorno si eso significa aumentar la posibilidad de la ruina de Berkshire. Como accionista e inversionista, es una compensación que también acepto, y que agradezco en los períodos difíciles. La verdad sea dicha, muchas de estas reglas al final recaen en una elección:
¿Cuáles son las oportunidades y riesgos asociados con las decisiones que estás tomando? Y si crees que has encontrado un exceso de beneficios fácil con poco o ningún riesgo, probablemente estas en el camino inadecuado.
Las acciones de crecimiento no siempre son la mejor opción
Hay una gran diferencia entre el negocio que crece y requiere mucho capital para hacerlo, y el negocio que crece y no requiere capital. Más aun, uno de los graves problemas de esta discrepancia, es que generalmente los analistas financieros no dan el peso adecuado a la diferencia en estos dos puntos. De hecho, es sorprendente la poca atención que se le presta a este aspecto. Y créanme, si están invirtiendo, deberían prestarle mucha atención.
Innegablemente, las compañías de crecimiento que consumen mucho capital pueden capturar muchos titulares, pero no crean riqueza hasta que maduran. Parecerá difícil de concebir, pero el aumento del precio de las acciones no cuenta como creación de valor para el accionista si no es sustentado y sostenible en el tiempo. Muchas empresas de crecimiento que dependen de préstamos o emisiones de acciones para mantener las luces encendidas no cumplen este criterio.
Asimismo, algo que parece inaudito que tengamos que recordar en estos momentos de euforia, es que una empresa puede ser una buena inversión si no es una acción de crecimiento. Al mismo tiempo, las empresas no siempre tienen que estar persiguiendo el crecimiento. Si una empresa hace algo bien y gana un atractivo retorno por ese bien o servicio, no debería haber ninguna necesidad de arriesgarse a perder clientes o a sobre extenderse persiguiendo nuevos mercados.
Un ejemplo clásico en la cartera de Buffett, por ejemplo, es Coca-Cola. Las ventas de Coca-Cola han disminuido alrededor del 15% en los últimos cinco años, por lo que no es una acción de crecimiento. Aun así, su casi 50% de retorno sobre el capital significa que la empresa sigue rindiendo una buena cantidad de dinero, la mayoría del cual puede y regresa a los inversionistas. Gracias a esto, las acciones han producido un rendimiento total del 8,5% anual durante la última década. Eso no es un retorno que suene muy tentador en esta época, pero es un retorno constante de un negocio predecible.
La peligrosidad inherente de ceder ante la euforia
A medida que el último rally del mercado continúa sin detenerse, con un conjunto de acciones creciendo de manera utópica en las últimas jornadas y los índices bursátiles haciendo nuevos máximos de manera continua, es importante destacar las lecciones de Seth Klarman durante la burbuja de las “puntocom”: «Es difícil salir de la fiesta temprano si todos tus amigos se están divirtiendo”.
Para los inversores enfocados en el valor de las empresas, este tipo de mercado crea una situación difícil: hay menos acciones infravaloradas que comprar, pero al mismo tiempo, los movimientos alcistas dificultan la venta en corto de las sobrevaloradas. El miedo a perderse la fiesta puede también crear un poderoso incentivo para lanzarse al huracán y dejarse llevar por el frenesí de la compra. Una vez más, podemos tomar en consideración una de las lecciones de Klarman durante la burbuja tecnológica:
«Las ganancias sin precedentes en las acciones de crecimiento de gran capitalización siguen generando una fe equivocada entre los inversores individuales en la seguridad de la propiedad de las acciones, así como una impresión errónea de los posibles rendimientos futuros de las mismas».
Definitivamente, ver que las acciones suben un 3%, 5% o 7% de su valor en un día tiende a atraer a muchas personas que tienen poca experiencia en inversiones. Este fenómeno se ha visto exacerbado por la aparición de los corredores de bolsa de comisión cero y las aplicaciones móviles fáciles de usar. Si bien la facilidad de acceso al mercado de valores es sin duda una ventaja para algunos, en muchos casos se puede decir que ha provocado más daños que beneficios. Una cosa es facilitar a los inversores experimentados y cualificados el uso de capital y otra muy distinta es facilitar a los profanos la pérdida de dinero.
Igualmente, algo a tomar en cuenta en un entorno maníaco, es que las estrategias en valor basadas en el análisis fundamental tendrán un rendimiento inferior, aunque a largo plazo se haya demostrado su eficacia. En estos momentos debe ser importante tener una estrategia que sea cautelosa y proteger el lado más susceptible de nuestra cartera, en lugar de asumir más riesgos.
En resumen, se trata de mantener la cabeza nivelada y nunca dejarse llevar por el exceso. Hacerlo no te protegerá del dolor a corto plazo cuando los mercados se muevan en tu contra, pero te protegerá de la ruina financiera y te pondrá en posición de actuar racionalmente cuando los demás hagan lo contrario. Como un inversor a largo plazo, eso es todo lo que puedes pedir razonablemente.
¿Qué hacer entonces?
Desde mi perspectiva, podría ser una buena idea poner en práctica una estrategia basada en los principios de la inversión en valor. Su enfoque en los fundamentos de los negocios y su insistencia en la obtención de un margen de seguridad podrían ayudarle a navegar por las inciertas perspectivas del mercado actual. Asimismo, entender que no conocemos el futuro es una afirmación simple, pero importante. A los inversores nos va mejor cuando la gestión del riesgo es una parte consciente de nuestro proceso. Maximizar el rendimiento es una estrategia que sólo tiene sentido en circunstancias muy específicas. Debes tratar de maximizar el retorno sólo si las pérdidas no amenazan de manera muy onerosa tu capital.
Igualmente, la importancia de un pensamiento de segundo nivel es vital. Y es que el momento más arriesgado es cuando crees que tienes razón. Es ahí cuando estás mayores problemas, porque tiendes a exagerar las buenas decisiones. Una vez que has tenido razón por el tiempo suficiente, ni siquiera consideras reducir tus posiciones ganadoras. Se sienten tan bien, que ni siquiera puedes enfrentarte a eso. Y por increíble que parezca, eso te hace sentir cómodo con no ser diversificado. Así que, en muchos sentidos, es mejor no tener tanta razón. Para eso es la diversificación. Es un reconocimiento explícito de la ignorancia. Y veo la diversificación no sólo como una estrategia de supervivencia, sino como una estrategia agresiva, porque la próxima ganancia inesperada podría venir de un lugar sorprendente.
Pensamientos finales: ¿Está realmente muerto el Value Investing?
Para concluir de manera diferente esta nota, tomaré algunas ideas sobre la inversión en valor de Luis García Álvarez, Gestor de Portafolios de MAPFRE en España, quien además es un buen amigo:
“Es importante aclarar que los inversores en valor no buscan acciones que parezcan baratas desde el punto de vista estadístico o contable, sino que intentan encontrar acciones realmente infravaloradas. Es decir, que cotizan con un descuento significativo frente a su valor intrínseco”
“Indudablemente, ha habido cambios en la industria en los últimos años y los inversores en valor se han ido adaptando a ese cambio. Mientras que el Buffett de los comienzos estaba más cerca de la estrategia de inversión de valor profundo, el Buffett más reciente está comprando empresas que encajarían más en la categoría de la inversión en valor de alta calidad. Como el propio Buffett ha reconocido en varias ocasiones, los consejos de Charlie Munger y las ideas de Philip Fisher le ayudaron a dar ese giro”
“Estos casos también nos recuerdan la célebre cita de Charlie Munger, quien decía que toda inversión inteligente es inversión en valor. Los inversores inteligentes no separan entre inversión en valor e inversión en crecimiento, aunque pueden separar entre empresas de valor y empresas de crecimiento de acuerdo a medidas contables. Pero, por definición, el crecimiento de los beneficios de una empresa es algo que debe tenerse en cuenta cuando se trata de estimar su valor intrínseco”
“En nuestra opinión, esto refuerza la idea de que la inversión en valor puede adoptar diferentes formas, pero siempre se basa en una serie de principios fundamentales que nunca morirán”