A día de hoy, los principales índices bursátiles han recuperado la mayor parte de las pérdidas sufridas a raíz del pánico que ocasionó la pandemia del Coronavirus durante los meses de febrero y marzo. De hecho, diferentes subconjuntos del mercado presentan rendimientos positivos en lo que va de año. A pesar de esto, distintos analistas y expertos financieros advierten que el repunte de las acciones podría haber sido demasiado grande y prematuro ya que el número de infectados por el virus continúa sin detenerse tanto en Estados Unidos como en otros países, y sigue sin existir oficialmente una vacuna. En medio de este escenario de incertidumbre, el aumento reciente de los precios del oro parece sugerir que algunos inversionistas están de acuerdo con esos pronósticos negativos y están buscando puertos seguros en la tormenta que se avecina para poder salvaguardar su dinero.
Sin lugar a duda, el comportamiento del oro ha sido uno de los temas de mayor relevancia durante todo el año, pero ha tenido un especial énfasis durante esta semana. Y es que, desde el 2011, este metal no cotizaba en los precios alcanzados durante las últimas sesiones de mercado. Pero antes de pasar a analizar la importancia de este comportamiento, es pertinente explicar primero la psicología detrás de este activo. Históricamente, dado su carácter de bien escaso, el oro ha sido visto en el mundo de las inversiones como un refugio en tiempos de turbulencia. En este sentido, el precio tiende a revalorizarse cuando el panorama no parece muy alentador y, al contrario, tiende a depreciarse cuando hay optimismo y grandes expectativas sobre el futuro.
¿Qué ha pasado esta semana?
El precio del oro subió a su máximo histórico el viernes. Algunos expertos señalaron entre las principales causas el empeoramiento de las tensiones comerciales -y políticas- entre Estados Unidos y China. Otros citaron las crecientes preocupaciones que parecen tener los inversores con respecto a que la recuperación económica podría estar debilitándose en Estados Unidos y en otros países. Por último, algunos alegan que el desbalance monetario que se ha derivado del accionar de los Bancos Centrales para luchar contra la pandemia traerá consigo unos incrementos generalizados en los precios, por lo que la cobertura del oro parece estrictamente necesaria.
A pesar de todas las aparentes –y válidas- causas, y quitando el efecto inflacionario que aún no es palpado en las economías, el aumento de los precios del oro ha sido relativamente inusual. ¿La razón? Los precios de las acciones también han subido recientemente –y en una mayor proporción- después de haber caído a finales de febrero cuando el Coronavirus comenzó a propagarse en el mundo entero. Comúnmente, el oro suele considerarse un refugio cuando las acciones están cayendo o cuando la inflación está aumentando. Ninguna de esas dos cosas está sucediendo en este momento. Sin embargo, el oro subió 40,60 dólares a un récord de 1.938,10 dólares por onza, en señal de que sin duda los nerviosos inversores están en busca de refugio.
Cierto es, que cuando se ajusta a la inflación, los precios del oro fueron en realidad más altos en septiembre de 2011. Los precios llegaron a su punto máximo en ese momento antes de perder un tercio de su valor en diciembre de 2013. Para alcanzar un máximo ajustado a la inflación, el oro tendría que subir otro 7,82%, o 153 dólares, hasta 2.135 dólares.
¿Por qué se considera al oro como un «refugio seguro» en crisis como el coronavirus?
«El oro es una forma de irse en largo con el miedo«, dijo una vez Warren Buffett. El Oráculo de Omaha explicó que, si la gente «se asusta más, ganas dinero, si se asusta menos, pierdes dinero, pero el oro en sí, no produce nada».
Indudablemente, los niveles de temor de los inversores son particularmente altos en este momento, ya que el Coronavirus convirtió una crisis sanitaria mundial en una crisis económica. Y no se sabe con certeza cuándo se recuperará el mundo de cualquiera de estas crisis.
Con estos tiempos de incertidumbre tan presentes, el oro se promociona como un «refugio seguro» para aquellos que buscan resguardo de las inversiones tradicionalmente más volátiles, como las acciones, toda vez que comparativamente, una inversión en oro a menudo parece menos arriesgada que una inversión en acciones, donde incluso las mayores empresas de primera línea pueden (y han) fracasado.
Un depósito o resguardo de valor relativamente fiable
Como la primera forma de moneda del mundo, las propiedades físicas del oro han sido consideradas por mucho tiempo como un almacén fiable de valor; está ampliamente disponible para el comercio, pero su suministro es finito, por lo que es lo suficientemente raro como para ser considerado valioso y, a diferencia de algunos metales, no es corrosivo, lo que lo hace duradero.
El precio del oro, que normalmente está en dólares, se mueve en la dirección opuesta al dólar. Esto se debe a que, si la moneda estadounidense gana en valor, entonces se necesitan menos dólares para comprar una onza de oro. Esta fue la razón por la que el precio del oro se derrumbó durante el mes de marzo, ya que a medida que la crisis del Coronavirus se profundizaba, los inversores reacios al riesgo se volcaron inicialmente al efectivo.
Asimismo, se pensó que el colapso del precio del oro durante el mes de marzo, fue a consecuencia que los inversores se vieron obligados a vender el metal y sacar provecho de sus ganancias, con el fin de cubrir las pérdidas más severas en otros instrumentos; sin embargo, cuando la Reserva Federal redujo las tasas de interés a prácticamente cero, a finales del referido mes, hubo menos incentivos para mantener los dólares.
Por su parte, parece lógico pensar que el oro estará ofreciendo rendimientos «significativamente más altos» en los próximos 12 meses en comparación con los bajos rendimientos de las Letras del Tesoro de Estados Unidos. Y es que, básicamente, no tenemos más curva de rendimiento. La curva de rendimiento se ha “aplanado” hasta su extremo, con los rendimientos reales moviéndose en territorio negativo en muchos países. Consecuentemente, en líneas generales, el oro empieza a parecer muy atractivo, no sólo a los inversores que están buscando una cobertura sobre la incertidumbre o la inflación, sino también, a aquellos que estén buscando la obtención de rendimientos.
El catalizador de las tasas de interés y la incertidumbre de inflación
El recorte de las tasas de interés significó que se redujeran, aún más, los ya bajos rendimientos que los inversionistas recibían al invertir en bonos. Por lo tanto, el oro ha empezado a recuperar su popularidad. Asimismo, un menor suministro del metal precioso también ha reforzado su precio, ya que el virus ha obligado a cerrar las principales minas a nivel global.
De igual manera, además del efecto positivo generado por el recorte de las tasas de interés, el oro también se considera una buena cobertura contra el riesgo de inflación. El aumento del costo de los bienes y servicios tiende a erosionar el valor del dólar, y, como los Bancos Centrales han estado imprimiendo más dinero como parte de los intentos de estimular las economías, existe el riesgo que se genere un entorno inflacionario que impacte negativamente el valor de los activos. El oro, por su parte, tiende a mantener su valor en términos reales durante largos períodos de tiempo, por lo que puede considerarse como un «refugio» contra este riesgo.
El movimiento del dólar señala una nueva era de debilidad de la moneda
El dólar ha entrado en una vorágine negativa y es probable que siga así por un tiempo. La moneda de reserva mundial se benefició en gran medida de un “vuelo a la seguridad”, que lo llevó a un máximo de tres años y medio en marzo, cuando el Coronavirus se propagó en Estados Unidos. Ahora, mientras los inversionistas se van alejando del pánico y se aproximan a un estado mucho más eufórico, el dólar ha caído rápidamente a un mínimo de dos años.
Diferentes estrategas afirman que la caída del dólar se produce cuando Estados Unidos va a la zaga de la mayor parte del mundo en la detención de la propagación del Coronavirus, y algunos esperan que la recuperación económica del país norteamericano también vaya a la zaga de muchos países, incluidos los principales países de Europa. Asimismo, el dólar también está reaccionando ante la perspectiva de un creciente déficit y que las tasas de interés cercanas a cero puedan mantenerse por un largo periodo de tiempo en Estados Unidos.
Desde principios de mes, el dólar ha perdido un 4,9% frente al euro, tras la apuesta de que la economía de la Unión Europea superará a la de Estados Unidos. El dólar, en el mismo período, ha caído 2,5% contra el yen; 6,4% contra la corona sueca y 4% contra el dólar neozelandés. En los mercados emergentes, el real brasileño ha subido más de un 6%, y el peso mexicano ha subido un 4,9% frente al dólar. La moneda china, controlada por su banco central, ha subido un 1% frente al dólar en julio.
De la misma forma, el enorme déficit de Estados Unidos, de un billón de dólares a principios de año, ha aumentado en varios billones en la medida que se sigue incrementando su gasto en la lucha contra el Coronavirus. El dólar podría responder a eso en el futuro, ciertamente, dado que Estados Unidos podría emitir más deuda, y la Reserva Federal podría seguir aumentando su balance, mientras mantiene su tasa de referencia de fondos federales en cero. Pero, al final, los déficits fiscales de Estados Unidos y la necesidad de monetizar ese déficit son mucho mayor que en cualquier otro país del mundo. Tan es así la magnitud, que el déficit del presupuesto federal ha alcanzado la cifra récord de 2,7 billones de dólares para los primeros meses del año fiscal 2020, según las estimaciones de la Oficina de Presupuesto del Congrego (CBO), por lo que una nueva era de debilidad de la monera podría estar por entrar en vigencia.
Un enfoque técnico
John Murphy en su libro “Intermarket Analysis: Trading Strategies for the Global Stock, Bond, Commodity, and Currency Markets” nos menciona la importancia que tiene para un inversor el analizar de manera conjunta todos los mercados del sistema financiero. De esta manera, desde un enfoque técnico, el inversor puede obtener información adicional del comportamiento que tiene, o que podría tener en un futuro, cada mercado.
Murphy reseña la crisis de 1987, donde el mercado de valores, visto de forma individual, arrojaba pocas señales de debilidad. Sin embargo, observando los mercados de manera conjunta, este análisis arrojaba varias señales de alerta. A pesar de que es imposible tener un timing perfecto de cuando el mercado se va a desplomar, este análisis no debe ser desatendido por ningún inversor, dado su potencial para proporcionar indicios de debilidades o fortalezas, desde un punto de vista general, favoreciendo una toma de decisiones más acertadas a largo plazo.
Panorama actual
En el gráfico anterior, se muestra el comportamiento del SPX y del GLD en los últimos diez años. Se aprecia como a partir de los máximos históricos del oro alcanzados en el 2011, se inicia una tendencia bajista que culmina a principios del año 2016, fecha a partir de la cual, el oro no volvió a hacer nuevos mínimos, dando inicio a una etapa de consolidación hasta mediados de 2019, cuando se da la ruptura de dicha etapa, con los inicios de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Esta ruptura nos indica un cambio en el sentimiento del mercado que, a pesar de seguir estando en el rally más largo de la historia, evidenció una conducta defensiva, o de miedo, por parte de los agentes del mercado, conducta que se terminó de capitalizar con la actual crisis desencadenada por el Coronavirus. Los nuevos máximos alcanzados esta semana nos indican que el mercado no se ve muy optimista hacia el futuro y cada vez más inversionistas se van dando cuenta de ello, pero es importante resaltar que este sentimiento se viene gestando desde hace ya un tiempo.
Entonces, ¿seguirá subiendo el oro?
Desde un punto de vista técnico, a largo plazo, se puede ver claramente reflejado un posible patrón de “Cup and Handle” en GLD, en los últimos diez años. Este patrón, popularizado por William O’Neil en su libro “How to Trade Money in Stocks”, es considerado un patrón de continuación alcista. Como cualquier patrón en análisis técnico, lo verdaderamente relevante es saber interpretar la psicología que subyace detrás del mismo. En este sentido, este patrón en particular nos refleja el sentimiento del mercado en los últimos diez años, siendo evidente que, a mediados de 2019, se produjo un cambio radical. Dada la magnitud de la subida en el último año, es probable ver a muchos agentes del mercado tomando beneficios, dando paso a una posible área de consolidación en los próximos meses que representaría el “Handle” del patrón. Finalmente, la ruptura de esta área de consolidación completaría el patrón, dando paso a la continuación de la tendencia alcista.
Autores:
● José Miguel Farías, Gestor de Fondos Arca Asset Management y Gerente de Mercado de @MasValor Casa de Bolsa, S.A.
● Gabriel García, Analista Financiero @MasValor Casa de Bolsa, S.A.